PASA, TODO PASA


Una vez, un rey convocó a todos los sabios de la corte, y les dijo:
"Yo he mandado un hermoso anillo de diamante con uno de los mejores orfebres de la zona. Deseo ocultar dentro de mi anillo, un mensaje que me ayude en los momentos de desesperación total.
Un mensaje que pueda acudir en momentos de desesperación o confusión.
Me gustaría que este mensaje le ayudara en el futuro a mis herederos y los hijos de mis herederos. Debería ser pequeño, de manera que quepa debajo del diamante de mi anillo. "

Todos los que escucharon los deseos del Rey fueron los grandes sabios, letrados, quizás habían escrito grandes tratados ... pero pensar en un mensaje que contiene dos o tres palabras que caben en un anillo de diamantes? Inmensamente difícil.
Utilizaron su pensamiento, y buscaron en sus libros de filosofía por horas, sin encontrar nada que cumpliera con los deseos del poderoso rey.


El rey poseía un sirviente muy querido. Esta persona también había sido asistente de su padre, y se había preocupado por él, cuando su madre murió. Fue tratado como familia, y disfrutó de un enorme respeto por todos.

El rey, por estas razones, se acercó a consultarlo. Y él dijo:
"Yo no soy inteligente, ni erudito, ni un estudioso, pero conozco el mensaje."
"¿Y tu cómo sabes? Interrogó el rey."
"Durante mi larga vida en palacio, me encontré con todo tipo de personas, y en una ocasión conocí a un hombre sabio. Era un convidado de tu padre, y yo estaba a su servicio. Cuando salimos me fui con él a la puerta para despedirlo, y como una seña de retribución, me entregó este mensaje. "
En ese momento el viejo, en un papel pequeño, escribió el mensaje. Lo retorció y se lo dió al rey.
- "Pero no debes leerlo. – le dijo. Guárdelo en su sortija. Ábrelo únicamente cuando no tengas salida a ciertas circunstancias. "El momento no tardó en llegar. El país fue invadido y su majestad perdió el reino.


El rey corría con su caballo para poder salvar su vida, ya que sus enemigos venían por él. Se encontraba solo y los perseguidores eran una gran cantidad. En un momento dado, llegó a un lugar donde el camino finalizaba. Antes de él, había un precipicio y una profunda quebrada, si cayera por allí podría morir, tampoco podía volver hacia atrás porque el adversario lo estaba cercando.
Ya se escuchaba el correr de los caballos, las voces, que el enemigo estaba en las inmediaciones.
En ese preciso momento en que recordó lo de su anillo. Tomó el papel, lo abrió y encontró allí un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento.
Simplemente diga: "Esto también pasará". En ese instante fue consciente de que se cernía sobre él un gran silencio.


Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o quizás no habían encontrado el camino. Pero la verdad es que estaba rodeado por un inmenso silencio. Ya no sentía el correr de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y del desconocido sabio. Esas palabras habían sido milagrosas. Dobló el papel. Se puso el anillo, sus ejércitos se reunieron de nuevo. y reconquistó su reinado. Ese día regresó victorioso a su ciudad, había una gran celebración con música, baile ... y el rey. estaba muy orgulloso de sí mismo.
En ese momento, una vez más el viejo estaba a su lado, y fue entonces cuando dijo:
"Querido Rey, es el momento para que usted pueda leer de nuevo el mensaje del anillo."
¿Qué quieres decir? le preguntó. Ahora estoy viviendo un estado de euforia, la gente celebra mi vuelta, tenemos que vencer al enemigo. "
-Oye, dijo el viejo, que este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas. También es para situaciones agradables. No es sólo para cuando te sientes derrotado, también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último, que también es para cuando eres el primero. "


El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba.
Pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey finalmente pudo entender el mensaje. El problema era tan transitorio como el bien.


Entonces el anciano dijo:
.. - "Recuerda que todo pasa, no hay eventos en permanente y sin emoción como el día y la noche:
Hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas. "

AGUA EN EL DESIERTO


La historia cuenta que un hombre se encontraba perdido en el desierto, ya casi a punto de morir de sed.

Caminaba, caminaba y caminaba, hasta que divisó a lo lejos algo que parecía ser una casa. Se fue acercando y pudo observar que era una vieja casita que se estaba desmoronando; sin ventanas, sin techo; se notaba que había sido construida hacía un largo tiempo.

El hombre merodeó por allí y se encontró con una pequeña sombra donde se acomodó para huir del calor del sol desértico.
Luego miró hacia su alrededor y a escasos metros de distancia vio una vieja bomba toda oxidada.

El se arrastró hasta allí, tomó la manija, y comenzó a bombear una y otra vez, sin parar. Nada sucedía. De pronto cayó hacia atrás, muy cansado, desanimado, a tal punto que se quedó dormido.

Al mediodía despertó y notó que cerca de la bomba había una botella. La miró, se acercó a ella y comenzó a remover el polvo que poseía, limpiándola para ver que contenía. Vio que estaba hasta el borde de agua y que llevaba grabado un mensaje que decía:

"Antes que nada debes llenar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo", "Luego vuelve a llenar la botella nuevamente antes de partir”."
El hombre sacó la tapa de la botella y comprobó que era agua lo que contenía. Estaba casi llena.

De pronto él se sintió algo confundido y se quedó pensando:

Debo beber de esta agua para sobrevivir o bien debo llenar la bomba, echarla a andar y obtener así agua limpia y fresca del fondo del pozo, tomar en abundancia y volver a llenar la botella para la próxima persona que llegue a este lugar?

Deberé tomarme esta agua algo turbia para poder al menos sobrevivir un poco más hasta tanto ver si llego a alguna otra parte y salvar mi vida? O bien confiar en estos escritos, aventurarme a lograr lo que ellos dicen y después poder disfrutar de esas aguas cristalinas?

Los pensamientos iban y venían en su cabeza sin aún tomar una decisión. Hasta que al fin, con un poco de miedo, echó toda el agua en la vieja bomba, volvió a tomar la manija y comenzó a bombear y bombear, una vez, dos, tres, cien; la bomba chillaba y chillaba pero nada ocurría. El se desesperaba pero igual continuó bombeando hasta que comenzó a salir el primer hilo de agua. Una sonrisa se dibujó en él, doblegó su entusiasmo y así de un momento a otro comenzó a fluir gran cantidad de agua limpia y fresca, mucha pero mucha. El tomó hasta hartarse y aprovechó a llenar la botella para la siguiente persona que por allí pasara, la tapó y agregó unas pequeñas líneas al anterior escrito que decía: “Esto verdaderamente funciona, tienes que verter todo el contenido para obtenerlo otra vez”

Ningún esfuerzo que hagas será válido, si lo haces de la manera equivocada.

Puedes pasar toda tu vida intentando bombear algo cuando alguien ya reservó la solución para ti.

SOLO EL CAFÉ?


Juan trabajaba en el área de mantenimiento de una gran empresa.
Nadie sabía lo que estaba haciendo, y todos pensaron que sólo era capaz de preparar y servir café. Pero Juan había ganado los corazones de todos, porque siempre estaba sonriendo, y como tenía una dificultad para hablar, el dueño pensó que estaba haciendo un acto de caridad teniéndolo como empleado.
Nunca faltaba, siempre llegaba primero y era el último en retirarse de la oficina. Sin embargo, en una ocasión, el jefe de mantenimiento se presentó ante el dueño y le dijo que Juan iba a estar ausente durante varios días porque su familia había advertido de la cirugía de emergencia debido a una peritonitis.
La licencia fue durante semanas, cerca de dos o tres.
- Contrataremos alguna otra persona para reemplazarlo?
"No hay necesidad", dijo simplemente notificar a los empleados que, en estos días, se turnearán para preparar el café.
Sin embargo, con el tiempo, las cosas fueron sucediendo diferentes. Por la mañana, cuando entraron, había oficinas con mal olor, pantallas de ordenadores sucias, los baños carecían de papel higiénico, flores marchitas y malolientes en los jarrones y los pocillos quedaban sucios ...
El dueño llamó al jefe de mantenimiento, y reunió a sus empleados.
- ¿Por qué no limpian como siempre? ¿Qué sucede?
"Nosotros hacemos el mismo trabajo durante años. Cuando empecé a trabajar, me dijeron de no tocar nada por encima de los escritorios. Nunca me tocó limpiar un equipo.
"Yo estoy limpiando con los mismos productos de siempre", dijo otro
-. No sé por qué, ahora, dicen que hay olores desagradables.
"Nunca limpié las tazas. Ni siquiera entrar en el lugar donde el café se prepara, ya que siempre está en orden", dijo otro.
El jefe estaba pensando y sabía que los empleados no estaban mintiendo. ¿Qué estaba pasando? En ese momento se dio cuenta de que faltaba Juan.
- ¡Muy bien! Él es el que viene primero. Ahora recuerdo que un día llegó muy temprano, lo vi abrir las ventanas para dejar entrar un poco de aire. Dijo que después las cerraría.
- ¡Claro! Y él es el que se ocupa de café. Después de servir, debe pasar por los mostradores recogiendo las tazas ", dijo un empleado.
Entre todos estaban pensando y descubriendo las muchas cosas que Juan hizo en silencio, sin que nadie las pidiese y sin quejarse por no recibir agradecimiento o reconocimiento.
El día que Juan regresó, tenía una gran fiesta, y el jefe de personal y el propietario de la empresa le dieron las gracias a todo lo que hizo cada día.

María Inés Casalá y Juan Carlos Pisano

HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE


Había una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Trabajó duro como la mayor parte de su vida, pero las desgracias lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.
Sus manos temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y tenía la visión borrosa, demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos, pero ya estaban casados y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.
El anciano estaba cada vez más débil, y los muchachos lo visitaban cada vez menos.
"No quieren estar conmigo ahora", dijo, "porque tienen miedo de que me convierta en una carga para ellos.
Pasó una noche en vela preguntándose qué sería de él sin la ayuda de sus hijos. Por fin se le ocurrió un plan. A la mañana siguiente fue de su amigo el carpintero y le pidió que le armara un gran cofre. Luego fue al cerrajero y le pidió que diera una cerradura vieja. Por último se dirigió al vidriero y pidió todos los pedazos de vidrio roto que tuviera.
El anciano tomó el cofre, lo llenó hasta el borde con vidrios rotos, lo cerró y lo puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con sus pies.
- ¿Qué hay en ese baúl, le preguntaron mirando debajo de la mesa?.
"Oh, nada-respondió el viejo, sólo algunas cosas que he guardado.
Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Le dieron patadas y escucharon un tintineo.
"Debe estar lleno de oro que el viejo ha guardado en los últimos años", le dijo al oído.
Comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, para que pudieran verlo también. La primera semana el hijo menor se mudó a casa de su padre, y cuidó de él y le cocinó. Una semana después el segundo hijo le sucedió, y la semana siguiente fue el más grande. Así continuó durante algún tiempo.
Por último, el anciano padre se enfermó y murió.
Los muchachos le dieron un bonito funeral, a sabiendas de que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían permitirse un gasto grande con el viejo. Cuando la ceremonia terminó, registraron la casa para encontrar la llave y abrieron el baúl. De hecho, lo encontraron lleno de vidrios rotos.
- ¡Qué vil truco! "Gritó el hijo mayor. ¿Cómo puede ser tan cruel con sus hijos!
"Pero ¿qué podía hacer? Pregunta tristemente, el segundo hijo. Seamos francos. Si no hubiera sido por el cofre, lo hubiésemos descuidado hasta el final de sus días.
"Estoy avergonzado de mí mismo-sollozó el hijo menor. obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos niños. Pero el hijo mayor se volvió al cofre para asegurarse que se tratara de objetos de valor escondidos debajo de los pedazos de vidrio.
Los tres hermanos miraron en silencio el interior y leyeron una inscripción que el padre había dejado dentro:
"Honrarás a tu padre y a tu madre."

Listen

Read phonetically

EL FLORERO DE PORCELANA


El florero de porcelana

Un Gran Maestro y un Guardián se dividían la administración de un monasterio Zen.
Cierto día, el Guardián murió, y fue preciso sustituirlo.

El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.

- Voy a presentarles un problema -dijo el Gran Maestro- y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.

Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.

- Éste es el problema -dice el Gran Maestro -resuélvanlo-.

Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello?
¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero de porcelana y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ¡¡¡ Al fin alguien que lo hizo !!! - exclamó el Gran Maestro-
Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años , Usted es el nuevo guardián.

Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:

- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae comodidad... "Solo existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente.
En estas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.

Recuerda que un problema, es un problema.

No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que "UN PROBLEMA".
Déjalo, hazlo a un lado y continúa tu misión.
No huyas de él... No lo escondas ...

¡ Acaba con él.!

NUEVE VACAS


Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, andaban todo el tiempo juntos y compartían muchos momentos de la vida. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres hermosas, beber y divertirse.
Un día llegaron a una isla perdida en el Pacífico, desembarcaron y se fueron al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.
En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa.
Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.
Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.
Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.
La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.
El hombre la mira y le dice: “Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo”.
El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: “¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse tanto trabajo?”.
El hombre le responde: “No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano”.
Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:
“¿Tu estás loco?”, “¿Qué le viste?”, “¿Qué te pasó?”, “¿Seguro que no tomaste nada?” y cosas por el estilo.
Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.
El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.
Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.
El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.
“Está bien” respondió el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.
El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: “Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve vacas”.
“Entiendo muy bien”, respondió nuevamente el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.
Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible.
El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contagiado de una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita del Pacífico.
Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.
El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: “¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?, ¿viviría aún?”.

Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.
Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.
“¿Dónde estaría su amigo?, ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?”

De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico.
Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima.
Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas.
El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.
Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.
El marinero no paraba de preguntar: “¿Y cómo te fue?, ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres volver?”
Finalmente se anima a preguntarle: “¿Y como está tu esposa?”
Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: “Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños”.
El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te separaste? No es la misma mujer que yo conocí, ¿no es cierto?”.
“Si” dijo su amigo, “es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás”.
“Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?”, preguntó el marinero.
“Muy sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella se transformó en una mujer de 9 vacas”.

Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados...

LOS ZAPATOS VIEJOS


Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su gran amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.

Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.

El alumno dijo al profesor:
Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.

Mi querido alumno amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres.

Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.

Eso hizo y ambos se escondieron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.

Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar.

Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.

Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de
lágrimas.

Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras
hecho una broma?

El joven respondió:
Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo
algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.

UNA CARRERA EN LA NIEVE


Una gran carrera se organizó.

La multitud se agolpaba alrededor de los participantes, no para animarlos, sino expectantes: No era posible alcanzar la cima del monte. No aquel día.

Pese a la arraigada tradición, se cuestionaba la hazaña: no solo había nevado abundantemente; el cielo de la noche había sido raso y el hielo era un peligro añadido.

En lugar de los vítores acostumbrados, se susurraba un rumor nefasto: no lo van a conseguir, no lo van a conseguir.

Pese a todo, -¡Uno, dos, tres, pum!- la carrera empezó.

Los primeros resbalones y caídas hicieron abandonar a muchos; los gritos de ¡Cuidado! y ¡Dejadlo ya! hicieron desistir a todos los demás... salvo a uno.

Juan seguía dando grandes zancadas en la nieve sin mirar atrás. Corrió, saltó, patinó, cayó y se levantó innumerables veces, hasta que, extenuado pero dichoso, logró la cumbre.

Aquel año, Juan el sordo, ganó la carrera.

Moraleja: El poder de la palabra es enorme tanto para ayudarte a conseguir lo que deseas como para hundirte en la miseria.

LA ANTIGUA VASIJA DE CERÁMICA


Contaba el Maestro en cierta ocasión la historia de una antigua vasija de cerámica de valor inestimable por lo que había pagado una fortuna en una subasta pública. La vasija había sido usada durante años por un mendigo que acabó sus días en la miseria, totalmente ignorante del valor de aquel objeto con el que había pedido limosna.

Cuando un discípulo preguntó al Maestro qué representaba aquella vasija, el Maestro le dijo: "A ti mismo".

El discípulo le pidió que se explicara, y el Maestro prosiguió: "Tú centras toda tu atención en el insignificante conocimiento que adquieres de los libros y de los maestros. Sería mejor que le prestaras más atención a la vasija en la que lo guardas".

LOS SEIS PODERES


El libro anónimo que data de 1742 narra en forma amena la historia de un hombre que desde niño lucha por sobrevivir, y ya de anciano, resume ésta batalla en lo que él llama sus seis poderes, que le ayudaron a conquistar tempestades y a disfrutar amaneceres.

1. No te ciegues por el entusiasmo, o por el miedo. Como buen marinero, piensa en el futuro, no dejes lo que has cultivado con tanto esmero por simple entusiasmo o temor momentáneo.

2. La suerte es caprichosa: Hay que buscarla, conquistarla, domarla, y después retenerla con cuidados y detalles. En otras palabras las oportunidades hay que buscarlas sin desfallecer para luego aprovecharlas. Siempre hay oportunidades para quien no se rinde. La persistencia inteligente atrae a la buena suerte.

3. El infortunio no existe sino en la tumba. Mientras tengas vida puedes elegir los caminos que desees. Es más fácil decidir ir cuesta abajo y después culpar al infortunio. Es más fácil dejarse llevar por el rencor o la amargura y después culpar a la vida. La fortuna está en la capacidad de elegir lo que a la larga verdaderamente es lo mejor para tu vida.

4. Tus compañeros te influencian sin que te des cuenta. Si eliges compañeros quejumbrosos y criticones te convertirás en uno de ellos. Si buscas quienes te compadezcan, olvidarás tu poder y tu fuerza y, por lo tanto, perderás la esperanza. Si en cambio eliges a los industriosos y optimistas, no te darán el elogio fácil, porque creerán más en tus resultados que en tus palabras, y, con el tiempo crecerán tu poder y tu fe en tus propios sueños.

5. Nunca dejes que tu imaginación se enferme. En la vida, y especialmente en los momentos difíciles, nuestra imaginación nos puede ayudar a salir adelante, o también a hundirnos. Depende de cómo la usemos. Si visualizas lo peor y lo doloroso, lo encontrarás. Enfócate más bien en lo que quieres, con intensidad y seguridad, y tu imaginación, como un mago a tu servicio, te ayudará a encontrar el camino.

6. Estamos habitados por dos entidades. En todo momento podemos elegir pensamientos positivos o pensamientos negativos: Emociones agradables o dolorosas; hacernos la vida más fácil o más complicada. Tú eres el amo de esas entidades y decides cuando expresar cada una de ellas.

SOLO QUIERO AIRE


El joven llevaba un tiempo reflexionando sobre el sentido de su vida. Y, para su desconcierto, barajaba múltiples posibilidades sin que destacase ninguna. Un día se decidió por ir a ver a un reputado y sabio maestro y pedirle consejo:
Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que quiero?, le preguntó.

El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:
¿Qué debo hacer para conseguir lo que quiero, Señor?

El sabio le dijo: Ven conmigo.

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí
lo mantuvo hasta casi ahogarlo.

Al fin lo dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces le preguntó el sabio: Cuando estabas bajo el agua,¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar contestó el joven: Aire, quería aire.

¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?

No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y sólo aire -fue su inmediata respuesta sin vacilación.

Entonces, le contestó el sabio, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que necesitabas el aire, debes luchar centrándote en ello y excluir todo lo demás. Debe ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda cualquier cosa que anheles.

EL PODER DE LA IMAGINACIÓN


Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.


En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable. El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto ....la horca!!!!!

El Juez también complotado cuidó, no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino, vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino."

Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aun sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El Juez conmino al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:

- "Pero ¿¿¿qué hizo??? ¿¿¿Y ahora??? ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"

-"Es muy sencillo -respondió el hombre-. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué".

Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja: Cuando todo parezca perdido no menosprecies el poder de tu imaginación.

EL SECRETO DE LA FELICIDAD


Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven que anduvo cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de una montaña. Allí vivía el sabio que buscaba.
Sin embargo, en vez de encontrar un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que le atendiera.
El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
Pero quiero pedirte un favor -añadió el sabio entregándole una cucharilla de té en la que dejó caer dos gotitas de aceite-. Mientras camines lleva esta cucharilla y cuida de que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
¿Qué tal? –preguntó el sabio-. ¿Vistes los tapices de Persia que hay en mi comedor?¿Vistes el jardín que el Maestro de los jardineros tardó diez años en crear?¿Reparastes en los bellos pergaminos de mi biblioteca?.
El joven, avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el sabio le había confiado.
Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa.
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto.
Pero donde están las dos gotas de aceite que te confié –preguntó el sabio-. El joven miró la cuchara y se dio cuenta que las había derramado.
Pues este es el único consejo que puedo darte –le dijo el más sabio de los sabios-:
"El secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara. "

LA FÁBULA DE LAS CUALIDADES


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando EL ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, LA LOCURA, como siempre tan loca, les propuso: “Vamos a jugar a las escondidas”. LA INTRIGA levantó la ceja intrigada y LA CURIOSIDAD, sin poder contenerse, pregunto: “¿a las escondidas? ¿Y cómo es eso?”

“Es un juego”, explico LA LOCURA, “en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego”.

EL ENTUSIASMO bailó secundado por LA EUFORIA. LA ALEGRIA dio tantos saltos que terminó por convencer a LA DUDA, e inclusive a LA APATIA, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. LA VERDAD prefirió no esconderse. Para que, si al final siempre la hallarán, y LA SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella). LA COBARDIA prefirió no arriesgarse…”1, 2, 3…” comenzó a contar LA LOCURA.

La primera en esconderse fue LA PEREZA, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino. LA FE subió al cielo y LA ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. LA GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse.


Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: que si un lago cristalino ideal para LA BELLEZA, que si la hendija de un árbol perfecto para LA TIMIDEZ, que si el vuelo de la mariposa lo mejor para LA VOLUPTUOSIDAD, que si una ráfaga de viento para LA LIBERTAD. Finalmente terminó por ocultarse en un rayito de sol. EL EGOISMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… pero sólo para él.

LA MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris), y LA PASION y EL DESEO en el centro de los volcanes. EL OLVIDO…se me olvidó dónde se escondió…pero eso no es lo importante.

Cuando LA LOCURA contaba 999.999, EL AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado…hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores. “Un millón”, contó LA LOCURA y comenzó a buscar.

La primera en aparecer fue LA PEREZA solo a tres pasos de una piedra. Después escuchó a LA FE discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoología, y a LA PASION y EL DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a LA ENVIDIA y, claro, pudo deducir dónde estaba EL TRIUNFO. EL EGOISMO no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a LA BELLEZA, y con LA DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos, EL TALENTO entre la hierba fresca, a LA ANGUSTIA en una oscura cueva, a LA MENTIRA detrás del arco iris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta EL OLVIDO…que ya se le había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Pero solo EL AMOR no aparecía por ningún sitio. LA LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada riachuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas…

Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto se escuchó un doloroso grito . Las espinas habían herido en los ojos AL AMOR.

LA LOCURA no sabía qué hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la tierra…

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.

EL SAMURAI Y EL PESCADOR


Durante la ocupación Satsuma de Okinawa, un Samurai que le había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para cobrarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador. No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyó y trató de esconderse del Samurai, que era famoso por su mal genio. El Samurai fue a su hogar y al no encontrarlo ahí, lo buscó por todo el pueblo. A medida que se daba cuenta de que se estaba escondiendo se iba enfureciendo. Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco que lo protegía de la vista. En su enojo, desenvainó su espada y le gritó: "Que tienes para decirme"?.

El pescador replicó, "Antes de que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le pido esa
posibilidad." El Samurai dijo, "Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera. Habla antes de que cambie de parecer."

"Lo
siento", dijo el pescador. " Lo que quería decir era esto: Acabo de comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el precepto: Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano."

El Samurai quedó
anonadado al escuchar esto de los labios de un simple pescador. Envainó su espada y dijo: "Bueno, tienes razón. Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.

Había anochecido cuando el Samurai llegó a su
casa y, como era costumbre, estaba a punto de anunciar su regreso, cuando se vió sorprendido por un haz de luz que provenía de su habitación, a través de la puerta entreabierta.

Agudizó su vista y pudo ver a su esposa
tendida durmiendo y el contorno impreciso de alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y explotando de ira se dió cuenta de que era un samurai!

Sacó su espada y sigilosamente se acercó a la puerta de la habitación. Levantó su espada preparándose para atacar a través de la puerta, cuando se acordó de las
palabras del pescador: "Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza restringe tu mano."

Volvió a la
entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo la puerta salió junto con la madre del Samurai para saludarlo. La madre vestida con ropas de él. Se había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos durante su ausencia.

El año pasó rápidamente y el día del
cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el largo viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vió al Samurai, este salió corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los intereses. No sé como darle las gracias!"

El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el endeudado."

Muchas veces la ira puede llevarnos a cometer errores que jamás podremos recomponer.

LAS TRES HIJAS DEL REY


En un lejano país vivía un rey muy poderoso que tenía tres hijas, Amelia, Soraya y Alba, todas hermosas, todas prometidas en matrimonio, pero la menor, Alba, era su preferida.

Cierto día, el rey llamó a sus hijas y a sus prometidos junto a él para confesarles que se sentía viejo y sin fuerzas para gobernar.

-Me siento viejo, hijas mías. He decidido abdicar, pero no pudiendo decidir a cuál de ustedes favorecer, partiré le reino en tres partes, cada una proporcional al amor que me tengáis. Yo viviré un tiempo con cada una de ustedes, acompañado por cien servidores.

La habitación quedó en silencio, que fue roto por la primera pregunta del rey.

-¿Cuánto me quieres tú, hija mía?- preguntó el rey a su hija mayor.

- Más que a mi vida, padre.- contestó Amelia.

El rey repitió la pregunta a su segunda hija, la que respondió:

- Te quiero más que a nadie en el mundo, padre.- respondió Soraya.

Ahora, el rey se dirigió a su hija favorita, con dulzura.

- Te quiero tanto como un hijo quiere a su padre y te necesito como los alimentos a la sal.

La respuesta de Alba enfureció al padre, estaba decepcionado y gritó.

- Esa no es forma de querer. Me has decepcionado, dividiré el reino entre tus dos hermanas y tú no tendrás nada.

Al tiempo que el rey pronunciaba estas palabras, el prometido de Alba se escabullía para huir de su novia pobre. En tanto, las hermanas mayores se burlaban de la menor y de su suerte.

El rey triste y enfermo, hizo expulsar a la princesa del palacio, acompañada apenas por tres mudas de ropa, un vestido de palacio, uno de fiesta y su vestido de bodas.

La princesa en desgracia, no tuvo más remedio que deambular por los caminos sin destino, recorrió los pueblos y villas de los alrededores, vestida como mendiga para no sufrir la humillación de ser una princesa venida a menos. Mientras tanto, el tiempo transcurría. De tanto andar, llegó al reino de su ex prometido, quien se había convertido en rey tras la muerte de su padre.

El nuevo rey estaba en busca de una reina y para encontrarla, organizaba enormes fiestas. La joven sintió gran tristeza por aquella noticia, pues todavía estaba enamorada de él. Decidió entonces, que intentaría estar cerca de su príncipe, aunque por su condición de mendiga, no quería ser reconocida. Solicitó trabajo en las cocinas reales, como ayudante para los banquetes. Trabajó muy duro, ganando apenas el sustento para sobrevivir, pero su consuelo estaba en ver desde lejos a su amado.

Cierto día, el rey decidió organizar una fiesta a la que estaban invitados todos los miembros del personal de servicio de palacio. La cocinera dio aviso a sus ayudantes, pero prohibió a Alba que asistiera, ya que su apariencia era deplorable. Todos asistieron, mientras Alba quedó sola en la cocina. Su deseo de ver al príncipe pudo más que su prudencia, se puso su vestido de palacio y asistió a la fiesta.

Apenas Alba ingresó al salón, todos los presentes quedaron deslumbrados, principalmente el rey, que no reconoció a su antigua prometida, pues el tiempo y su gran voluntad la habían cambiado, convirtiendo a la jovencita en una hermosa mujer. El rey invitó a Alba a bailar un vals, con la intención de conocerla. Al terminar la música, Alba se excusó y se marchó, dejando al rey desconcertado y con deseos de saber más sobre ella.

Por este motivo, el rey dio otro baile, al cual concurrió Alba, esta vez más impresionante, con su vestido de fiesta. Nuevamente acaparó la atención del rey, quien seguía sin reconocerla y bailaron toda la noche. Hasta que la princesa logró escabullirse sin ser vista.

El rey que ya estaba enamorado, decidió dar una nueva fiesta esperando a su amada. Alba concurrió con su vestido de novia y el rey no se desprendió de ella por temor a que nuevamente huyera. De todos modos, Alba se las ingenió para escapar y dejar al rey absorto.

Tras el nuevo fracaso, el monarca cayó en una enorme depresión. No comía ni tenía ganas de hacerse cargo de sus responsabilidades reales.

Fue entonces que la princesa Alba, le envió su anillo de bodas escondido en el desayuno. Cuando el monarca lo vio, se puso como loco y exigió que el responsable se presentara ante él. Cuando Alba llegó, el rey pudo reconocerla gracias al recuerdo que el anillo le había traído.

El rey se disculpó con la princesa por su conducta pasada y le ofreció matrimonio, el cual Alba aceptó encantada, con la condición de que invitasen a su padre a la boda. El rey aceptó encantado.

Durante el banquete de la boda, por orden de la nueva reina, se sirvió toda la comida sin sal. Los invitados dejaban la comida en sus platos, desalentados por la soséz de aquellos alimentos. Alba ordenó que les trajeran sal para sazonar el banquete. Fue entonces que el viejo rey comprendió lo que su hija había querido decir aquel día y cuán profundo e importante era su amor.

LOS DOS HERMANOS


Dos hermanos, Carlos y Rafael, vivían en ciudades distintas. Apenas se veían y tampoco se llamaban por teléfono. Su relación era amistosa cuando se veían pero algo fría por la distancia que ambos habían puesto entre ellos.
Cierto día, uno de los hermanos se encontró con un viejo amigo de los dos. Éste le contó que Rafael estaba pasando por unos momentos difíciles y que le resultaba complicado llegar a fin de mes. Además, su mujer estaba algo enferma y el cuidado de los niños hacía cada vez más difícil que pudiera trabajar a jornada completa en la fábrica.
No tuvo que escuchar más. Rápidamente Carlos hizo las maletas y se fue a la ciudad donde vivía su hermano. A visitarle.
Allí le contó que había perdido su casa en un incendio y que necesitaba un lugar donde vivir. Además, le habían echado del trabajo y le propuso a Rafael que cuidaría de sus hijos hasta encontrar un buen empleo y que pagaría todos los gastos de la casa si le dejaba instalarse.
Rafael ya estaba decidido a dejarle vivir en su casa incluso antes del ofrecimiento, pero sus problemas económicos hicieron que aprovechara la ocasión y permitió a su hermano que le pagara por su estancia y que cuidara de sus hijos.

Así fue que durante el tiempo que Carlos vivió en su casa, Rafael pudo trabajar completamente en la empresa, su mujer empezó a recuperarse de su enfermedad mientras los niños estaban bien atendidos por su tío, que aún no había tenido tiempo de buscarse un empleo.
Como era un buen profesional, pronto pudo ascender y cobrar más dinero. En pocos meses dirigía uno de los talleres y fue entonces, ya recuperado económicamente, cuando habló seriamente con su hermano.
Le dijo que ya no necesitaba su dinero, que ganaba lo suficiente y que no hacía falta que le entregara nada por vivir en su casa. La mujer, completamente restablecida empezaría a hacerse cargo de los niños y él ya podría ponerse a trabajar. Así que le ofreció el puesto de capataz en su taller. Un buen sueldo con el que podría independizarse algún día, si ese era su deseo.
Carlos, agradecido y conmovido por la generosidad de Rafael, le dijo que no necesitaba el trabajo. Que había dejado un tiempo su empresa para poder ayudarle a salir del bache en que estaba metido. Que no le hacía falta dinero porque era muy rico. Que se había enterado de los problemas por los que estaba pasando y había decidido echarle una mano hasta recuperarse.
Extrañado por lo que acababa de oír, Rafael dijo a su hermano:

- Si sabías cuál era mi situación, ¿cómo es que nunca me dijiste nada?
- No quería que te sintieras avergonzado. Sé que eres orgulloso y eso te habría molestado.
- Pero aún así podías haberme dado dinero para recuperarme cuando estuve tan mal. Mi vergüenza se habría disipado si hubiera tenido la ocasión de sacar a mi familia adelante. Si me hubieras ofrecido dinero lo habría aceptado sin dudar.


- Si algo he aprendido a mis años es que lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente. Si te hubiera dado el dinero no habrías tenido la oportunidad de valorarlo. Y al no apreciarlo lo hubieras perdido enseguida. Ahora sabes el esfuerzo que supone llegar hasta donde estás y que la experiencia que has tenido te servirá para saber vivir mejor a partir de ahora.
Y cogiendo la maleta que tenía preparada dijo:
- Ya es hora de volver a mi casa. Estaremos en contacto.
- Gracias.
Fundiéndose en un abrazo, los dos hermanos se despidieron. contenta