El argumento del día era el resentimiento, y el profesor nos había pedido que llevásemos papas y una bolsa de plástico. Debíamos agarrar una papa por cada individuo al que guardásemos rencor, escribir su nombre en la papa y depositarla en la bolsa. Ciertas bolsas eran verdaderamente pesadas. La acción residía en acarrear la bolsa con nosotros durante unos 7 días. Ciertamente, el estado de las papas se iba estropeando con el tiempo.
La molestia de transportar esa bolsa en todo momento me mostró notoriamente el peso místico que cargaba a diario y me marcó que, mientras situaba mi cuidado en ella para no olvidarla en ningún lugar, menospreciaba cosas más significativas. Descubrí en aquel momento que todos poseemos papas deteriorándose en nuestra “alforja” sentimental.
Esta acción fue una gran parábola del costo que pagaba a diario por conservar el rencor emanado de situaciones pasadas, que no pueden cambiarse. Me di cuenta de que cuando dejaba a un costado las cuestiones incompletas o las promesas no efectuadas, me colmaba de resentimiento. Mi nivel de estrés se acrecentaba, no descansaba bien y mi atención se esparcía. Perdonar y “dejar ir” me llenó de paz, nutriendo mi espíritu.
La falta de perdón es como algo perjudicial que consumimos a gotas cada día, hasta que definitivamente acaba por contaminarnos. Muchas veces nos preocupamos en que el perdón es un obsequio para el otro, y no nos damos cuenta de que los únicos perjudicados somos nosotros mismos.
La tolerancia es un reconocimiento que puedes y debes revivir a diario. Muchas veces la persona más trascendental a la que tienes que perdonar es a ti mismo, por todas las cosas que no fueron del estilo como recapacitabas. La manifestación de generosidad es la combinación para liberarte. ¿Con qué personas estás disgustado? ¿A quiénes no te es viable dispensar? ¿Eres infalible, y por eso no puedes perdonar las faltas de los demás? Perdona, y así serás perdonado. Recuerda que con la misma vara que mides serás medido.
Calmar nuestra carga nos da mayor independencia para movernos hacia nuestros objetivos.
LA CARGA DEL RESENTIMIENTO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario