Trompetista y Presidente
Trompetista y Presidente. Cuentan que había una vez 2 personas con talento; uno sería un compositor y el otro, un gobernante elegido de una nación preciosa. El músico tocaba la trompeta cada tarde para la muchedumbre que cruzaba por un prolongado pasaje subterráneo que vinculaba 2 líneas del metro de la localidad. El presidente emitía discursos importantes que trataban de clarificar la complicada situación económica de la nación a sus ciudadanos.
El músico interpretaba las baladas con pasión, no obstante tocaba la trompeta tan elevado que la muchedumbre aligeraba el paso; algunos inclusive se alzaban las solapas para cobijar sus orejas puesto que el estruendo les producía un efecto de dolencia según se aproximaban. Trompetista y Presidente
No tan a distancia de ahí, el presidente, que era una persona brillante y un disertante acreditado, miraba de frente la filmadora de tv, brindaba cifras y detalles variados, y utilizaba un léxico técnico sin parar, en tanto sus electores oían en sus moradas con impaciencia y confusión. Trompetista y Presidente
Ninguno de estas personas con capacidad conseguía atraer la atención de sus públicos. Los 2 fracasaban por igual. Verdaderamente requerían saber de buena tinta por qué sus públicos no reaccionaban de la manera que ellos esperaban. Un reducido grupo focal enseguida se lo habría expresado. Al trompetista le habrían expresado que tocaba exageradamente elevado y, al presidente, que su alocución no ayudaba a comprender las cuestiones existentes de la nación.
Para el trompetista, eso representaba que la muchedumbre no le dejaba dinero en el sombrero. Para el presidente representaba que miles de individuos se tornaban desconfiadas y frustradas. Trompetista y Presidente
Recapacita un instante en tu talento y tu finalidad. ¿Sabes cómo se siente tu público, qué piensa de tu proyecto y si tu talento origina el impacto que esperas? Si no, investígalo. Crea un grupo focal o un abanico de cortas conversaciones.
Lograría suponer la diferencia entre el triunfo y volver a casa con un sombrero vacío.
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